martes, 20 de julio de 2010

Hojas

Hemos creado un espacio absoluto, un diminuto rincón con baldosas mojadas. Hemos traspasado el tacto de los besos hasta la herida, hasta la fibra más caliente y humana. Rodeados de litros de agua blanda y helada, perdidos en la marca que nos puso el sol. Desesperamos ante al calor, buscamos el frío y de nuevo la calima ardiente de los días. Las horas rojas, las horas más rojas de la tarde tienen algo de vida que me gusta. Patadas a la desesperada. Contenemos la sangre en la mirada y la mirada en la palabra. Hoy me resulta difícil decir espalda, decir pan y decir basta. Otro abrazo en el filo de la cornisa, otra orilla a punto de desbordar. Salimos dañados del borde de la risa, pero hemos tomado aire suficiente para nuevas mentiras. Hay un arma blanca creando cielos de tormenta y sigue la vida, como siempre la vida.