lunes, 26 de marzo de 2012
Primavera viento
jueves, 6 de octubre de 2011
Fuego
domingo, 10 de julio de 2011
Un viaje extraño
Huele a café:
turno de noche.
El frío se cuela
en el silencio de la habitaciones.
El reloj retrasa las horas,
y a la vez da bostezos de aliento
al futuro.
Agujas disonantes
trepan por los brazos.
Líquidos innombrables
recorren los pasillos.
Segunda planta:
primera herida.
jueves, 26 de mayo de 2011
Vuelo raso
jueves, 14 de abril de 2011
jueves, 31 de marzo de 2011
Obsolescencia programada
miércoles, 2 de marzo de 2011
Amor 77
sábado, 8 de enero de 2011
Cuarteles de Invierno
miércoles, 8 de diciembre de 2010
Bostezo.
Miro hacia otro lado
porque no quiero saber lo que debo saber.
Rompo y esparzo cristales por el suelo
buscando la sangre;
y la rastreo encontrándome,
sintiéndome,
avergonzándome.
Espero ese abrazo feroz
que me rompa los huesos
y me saque de quicio.
Creo la transparencia
de los conductos de tu aire,
verbo absurdo, cuando el reloj nos ata y nos mata.
Todo lo que creemos será destruido.
Busco la manera de dar dignidad al silencio
y huyo del tumulto y del grito.
Me escondo en los árboles caídos
mientras me río del vértigo.
Y asciendo a las negras sombras
martes, 2 de noviembre de 2010
Noviembre
martes, 26 de octubre de 2010
lunes, 18 de octubre de 2010
Otras noches
cuando las sombras andan descalzas
ni el amor enciende la noche
desprotegidos los cuerpos
deambulan insomnes bajo los rezos
no existe salida ni luz ni cielo
en los cajones del miedo
hielo en los pulmones
silencio en los huesos
los bordes de la cama asimétricos
las horas de reloj ardiendo
martes, 5 de octubre de 2010
Los charcos de octubre
martes, 28 de septiembre de 2010
Puntas de luna
Se ha detenido el viento. Cruje la noche.
Se va la vida y queda el silencio.
La cadencia de un murmullo solitario
rompe los sucesos.
Ceniza y humo,
y puntas de luna absolviendo al universo.
Ni un susurro cabe en el aire
cuando el hilván de los miedos cose los labios.
No vendrás a buscarme a este otro mundo
porque desde aquí la miseria huele a sal,
pero no como la de ese mar que se bañó en nuestro cuerpo.
Te contaré la tristeza con el calor de mis ojos.
Me verás en las manos el pánico del tiempo.
Mi pecho bombeará latidos como espejos.
Pero no me pidas la palabra; la boca.
No me pidas la saliva ni el eco del paladar.
No obtendrás el oleaje de mi lengua.
Lo siento. Ya no puedo hablar.