domingo, 28 de septiembre de 2008

...soñar contigo...

estar cansada
y tener sueño
y soñar contigo
y perder la consciencia
y ser consciente de ello
que sólo es un sueño
que todo es fácil
que nada cambia
que nada duele
que sólo eso
un juego a oscuras
una mentira con nombre
una esperanza
un delirio
un idilio
una razón para la duda
una escalera para tu balcón
un silencio para la vida
una balanza
una oración
y probarlo todo
dibujando una boca en cada vaso
dejando un beso en cada parte de tu piel
y seguir soñando
y seguir riendo
y seguir sintiendo
latiendo
sudando
gritando
y ver la vida en una noria
y saltar al vacío
y escuchar un sonido
maldito sonido
y despertar
y estar cansada
y tener sueño
y no poder soñar contigo

sábado, 20 de septiembre de 2008

Verás la vida con otros ojos

Hace muchos, muchos años, alguien me recomendó la película Cleopatra, y de manera automática mis pensamientos se dirigieron hacia Elizabeth Taylor y su brillante melena negra. Pero no, me hablaban de otra Cleopatra, una que encarnó de maravillosa manera Norma Aleandro en el cine argentino.

Nunca había escuchada hablar de esa película, y años después, en uno de esos paseos terapéuticos que me doy por la Fnac, cayó en mis manos. No lo dudé y me la llevé a casa.




Lo bueno de las recomendaciones es cuando aciertan, como en este caso, me pareció una preciosa película, que, como dice su cártel, te hace ver la vida con otros ojos. Es una película capaz de mostrar la dulzura dentro de un marco lleno de fracaso y melancolía. Un soplo de aire fresco, una manera de sacar lo bueno cuando todo parece perdido, cuando parece que uno ya no cuenta con una segunda oportunidad. Un optimismo y una positividad que a veces olvidamos que existen. Un abrazo a la esperanza, al todo puede cambiar. Y no pasen de largo por la escena en que Cleo "maneja el auto" mientras Paco Ortega canta a la felicidad, uno nota como se hace grande el corazón bajo el pecho.

Y no sé por qué me he acordado hoy de todo esto, la verdad. Pero creo que el mes de septiembre suele ser un poco duro, y pensé que si tienes esta historia a mano, igual algo pueda cambiar.

A los que ya la hayan visto... es un buen momento para repetir. Y a los que no saben de qué hablo y quizá no haya convencido, decirles que Leonardo Sbaraglia también anda por aquí.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Transparencia



Ojalá fuera sencillo seducir con el cuerpo sin necesidad de la palabra, no precisar un solo sonido para transmitir una sensación. Ojalá una sonrisa fuera bastante para que el mundo supiera de nuestra felicidad, sin necesidad de un gritito, o bastara una mirada triste para que todos vieran nuestro dolor.

Hoy, cuando todos tenemos prisa, lo mejor, lo más rápido, es decirlo todo, contar nuestras certezas y dudas hasta la saciedad (o escribirlas) sin tener que usar el cuerpo como medio de comunicación. Hoy en día no hay paciencia para indagar en un rostro, para interpretar una mirada, para traducir un movimiento de manos.

Ojalá fuera fácil el silencio, la calma, la ausencia de ruidos atroces y sirenas en la noche. Que bastara el sonido de una vela para entenderlo todo, y el movimiento fuera un lenguaje como primera elección. El cuerpo como sinónimo de vida, de movimiento, de esperanza, de sueños. El cuerpo y la mirada como índices del amor.






No quiero contarte mi melancolía, quiero que la veas, que la sientas.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Cojo aire con la boca hasta que me duele el pecho, cierro los ojos y bajo la cabeza. Eso me hace sentir que el dolor va a doler menos, y es una mentira, una de esas mentiras que nos hacemos para salvarnos del miedo. Nada va a dejar de existir con este absurdo método, y sin embargo lo repito una y otra vez por si al final funciona, pero no funciona, nunca funciona. El dolor acaba cuando acaba, cuando ya no hay nada que perder, cuando un reflejo especular nos devuelve por fin una sonrisa, una pequeña, una pequeña y dulce sonrisa. Y no, el dolor no acaba cuando movemos la cabeza para que, de alguna manera, podamos mirar para otro lado. Cerrando los ojos nada desaparece, nada cambia y nada se para en el mundo por mucho que lo deseemos.
Hay que buscar ventanas abiertas, rostros que nos devuelvan la ilusión, juegos que nos distraigan de la rutina. Y entonces entiendo que el amor es un inútil intento de esperanza para poder soportar el miedo al futuro.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Miradas...

para que no queden miradas pendientes

te miro como si no existieras
te como con los ojos
te clavo las pupilas como cuchillos
te adorno de luces y sombras con la mirada
te siento con lágrimas recién estrenadas
te araño con las pestañas hasta hacerte partículas
te leo con la memoria que fabrico en las retinas
y te veo
no sé hacer nada más