El jueves, en plena efervescencia y disfrutando de la música en directo, pongamos que hablo de Carlos Chaouen, mi cuerpo empezó a notar raras senciones que, al final e irremediablemente, se tradujeron en un cuadro febril. ¡Con lo bien que lo estaba haciendo Chaouen! Tan de blanco, tan sonriente, tan rey de su reina, tan cercano, tan presente...
Un médico o médica (está el mundo o munda algo revuelto o revuelta en este sentido) decidió cortar por lo sano. Antibiótico inyectado. Benzetacil. Sólo quien lo probó lo sabe.
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4 comentarios:
Exagerada! Pero debes saber que no ha sido sólo el benzetacil intramuscular el que ha acabado con tus males y es que, por alguna extraña razón, sospecho que los microbios de tu cuerpo se han venido a ver el mar... ay! Yo sí que estoy pasada de vueltas... qué genial ese Chaouen pulcro y presente, las cuerdas sin nombre, los tallarines, vosotras... mil besos infectocontagiosos! :P
¡¡¡EXAGERADA YO!!! Bueno, igual un poco sí, que me encanta dimensionar las cosas.
¡¡¿¿No digas que mis microbios se han disfrazado de “Pájaros de Portugal” y se han largado siguiendo tus pasos, y que después de “La huída” no ha querido volver y se han quedado contigo cerca cerca??!! ¡¡No me lo puedo creer!!
Besos curativos, o ya los tienes controlaos, que tú de bichos de estos debes saber un montón…
Muchísimas gracias (en concreto) por esa preciosa adaptación-traducción del cartel en rojo.
Y muchísimas gracias (en general) por todo lo demás.
¿Sigues con los microbios? ¿O ya sólo hay música?
Un beso.
Pues a medio camino, Lara, no sé bien dónde ando. Debo estar entre una música infectada o una infección musical. Son días extraños.
Besos y soplidos…
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