Avanzo despacio, muy despacio;
con las piernas pesadas,
con temblor en las manos,
con las tristezas revueltas en la caja torácica
y los trozos de vida esparcidos en el suelo.
Ninguna luz delante del espejo,
ninguna señal de vida humana,
silencio y sólo silencio.
Con las penas desnudas,
el pasado con sombrero,
el dolor por el dolor
y los reflejos del amor
confundidos con el miedo.
Sal de ese rincón,
de los gritos,
de la pena como hambre,
del negro sobre negro,
de la sed de un cielo roto,
de la maraña de complejos
y de la duda miserable.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Ese final me ha matado.
A sus pies, señorita.
:)
besazo
Publicar un comentario