martes, 14 de julio de 2009

Una vez un amigo me dijo: "la cosas nunca salen como uno quiere, por eso hay que tener preparados varios finales" y yo le dejé caer un café encima. (Siempre he sido rara a la hora de cuidar a mis amistades). No siempre sé cómo mirar; a veces me descentro y otras veces pongo la vista al frente y no hay quien me pare. Pero siempre me acompaña esa sensación de fragilidad, un mal presagio de derribo, un sueño es forma de ruinas.
Siempre temo lo peor, y hay nubes que son más espesas que la sangre. Hay un miedo que me agarrota las huellas y otro miedo que me sostiene.
Hay días en que las noticias nos arrastran por lugares infames, a olvidados mundos, a grietas irreparables en la tierra y vidas que intentan con uñas y dientes ser vidas. Pero hay otros días en que el periódico te despedaza, palabras y letras y fotos que son imposibles, pero no te queda otra cosa que terminar por creerlas. He querido decir a mi familia cuánto me ha dolido hoy el periódico y no he podido. Se me ha anudado una lágrima en la garganta, y hoy no sé cómo mirar, porque este final era imposible, no lo tenía nadie preparado.

3 comentarios:

acróbatas dijo...

esas palabras escritas que se quedan en la garganta y no salen, esos finales imposibles... me suenan, me suenan...

("no es que el tiempo lo cure todo, pero puede ayudar...")

Un beso grande,
Vanessa

Mónica dijo...

Espero que éste no fuera el final que tenías preparado, hace demasiadas eternidades que no se nada de ti, qué es de tu vida? Un beso enorme! (y otro para tu amigo el filósofo, qué grande)

ILSA dijo...

Vanessa, ¿dónde estás estás? Pensé que volverías en un segundo.

Mónica, me acuerdo mucho de ti, ya te contanré por qué.
Y sí, demasiadas eternidades, que supongo al final son pocas. Todavía no es el final, o eso espero.

Muchísimos besos.