martes, 31 de marzo de 2009

Cruce de caminos

Habían cambiado de tal manera en tan poco tiempo y se estaban convirtiendo tanto en las personas que nunca fueron... que, aun estando juntos, empezaron a echarse de menos.

viernes, 20 de marzo de 2009

Veinte euros

Fue la primera vez que pidió dinero a cambio de sexo. Subió a aquel coche con la sensación de estar dejando la vida afuera, tras el vaho de las ventanas que no dejaban ver ni las sombras de la calle. Cuando la mano de aquel tipo agarró su nuca con una fuerza casi camuflada en ansia, no sintió el miedo que requería aquella situación. Su cabeza se acercó con rapidez a la urgencia de un pantalón y todo pasaba deprisa. Nada era tan difícil como pensó que aquello debía ser.

Lo malo vino después, cuando todo acabó y el tipo sacó del bolsillo dos billetes y los dejó caer sobre sus piernas. Salió del coche y la vida que encontró allí ya no era la vida que ella había dejado afuera; era otra cosa. Y allí de pie, mientras veía como el coche se alejaba, y con el puño cerrado y el dinero arrugado, empezó lo peor, empezó a empequeñecer. Se sintió pequeña, diminuta, insignificante. Un extraño vértigo se apoderó de su cuerpo, y las imágenes de aquel tipo empezaron a empapar sus retinas para dejarlas allí de por vida. Ella era en aquel momento la chica más pequeña de mundo y su dolor el más grande. Y supo que, a pesar de todo, aquélla no sería la última vez.

martes, 10 de marzo de 2009

No.
No fue fácil.
Ni siquiera fue suficiente.

Fueron muchas palabras
pero dejé vacíos demasiados renglones.

Cruzamos miradas
y yo quería cruzar caminos.
Y no.
No bastó.

Tropecé cada día con la sombra del deseo
y ni de lejos toqué la materia.
Absorbí lo inútil y lo hice futuro.

Remendé los sueños para hacer un mapa
donde perderme, y tampoco fue bastante.

Los ojos se hicieron laberinto
de donde no se encontraba ni luz.
Y las manos;
heridas,
heladas,
dormidas.

Para hablar lloré.
Todo escapó a la esencia.
Todo era mentira.

Los labios conjugaron ilusiones
que el viento arrasó.
Y no quedó nadie.
No quedó luna.
Ni nanas,
ni miedos,

ni nada.