lunes, 14 de junio de 2010

Basado en hechos reales



Desde que vivo en esta casa, mi casa, empezó a llegarme correspondencia que no venía dirigida a mí, pero sí a la dirección en la que vivo. Resulta que un tal Andrés Fernando eligió al azar mi dirección postal para que los señores de Teléfonica le enviaran sus facturas. Una que presume de buena persona y mejor ciudadana, se puso en contacto con la compañía de telefonía fija, en pleno proceso de extinción, para que Andrés Fernando recibiera las facturas en su hogar, cualquiera que fuese. Una amable y simpática señorita me agradeció la gestión y me pidió de antemano disculpas por si volvía a recibir alguna otra factura; eso me olió a más facturas en mi buzón de imediato. Varios soles y varias cartas después Telefónica ya no manda facturas, pero sí recibo las reclamaciones de una gestoría de abogados por el impago de las facturas de Andrés Fernando. A veces temo, cuando suena el timbre, que sean unos señores vestidos de azul que intentan esposarme, aunque cualquier parecido con mi compañero de buzón será pura casualidad, ni bocado de adán, ni testosterona, me temo.
Ahora sé, gracias a su vida laboral, que tiene diez años menos que yo, y que en la actualidad trabaja para una pequeña empresa dedicada a la pintura.
Y no sé si este tema pueda acarrearme algún problema burocrático o económico. Yo, por si acaso, ya no ando desnuda por casa, temo que uno de estos días pueda toparme por el pasillo con él.

2 comentarios:

mariapán dijo...

jejejejeje a mi me pasa lo mismo, pero ha llegado a venir la policía, porque el antiguo inquilino es un poco...como te diría... ¿moroso? jejeje... en fin, yo sigo paseándome desnuda ¡qué más da! si me lo encuentro no llevaré la cartera encima y no le interesaré lo más mínimo...jajajajaja

Besos guapa!!!!

ILSA dijo...

Pues me quedo más tranquila sabiendo que se puede presentar la policía cualquiera de estos días... :S