martes, 20 de julio de 2010

Hojas

Hemos creado un espacio absoluto, un diminuto rincón con baldosas mojadas. Hemos traspasado el tacto de los besos hasta la herida, hasta la fibra más caliente y humana. Rodeados de litros de agua blanda y helada, perdidos en la marca que nos puso el sol. Desesperamos ante al calor, buscamos el frío y de nuevo la calima ardiente de los días. Las horas rojas, las horas más rojas de la tarde tienen algo de vida que me gusta. Patadas a la desesperada. Contenemos la sangre en la mirada y la mirada en la palabra. Hoy me resulta difícil decir espalda, decir pan y decir basta. Otro abrazo en el filo de la cornisa, otra orilla a punto de desbordar. Salimos dañados del borde de la risa, pero hemos tomado aire suficiente para nuevas mentiras. Hay un arma blanca creando cielos de tormenta y sigue la vida, como siempre la vida.

2 comentarios:

mariapán dijo...

¡ Qué bueno Ilsa, qué bueno ! ya regresé de las vacaciones, con risa nueva y amor descontaminado y ... me encuentro con esto... aaaaaay ¡como me gustan tus textos!
¡cómo dueles cuando dueles, cómo enamoras cuando enamoras y cómo sientes cuando sientes...!

Me haces vivir, niña, me haces vivir.

ILSA dijo...

Qué bien que hayas vuelto, cómo vivir sin una chica tan "trivial, agónica y nada apacible". :P
Brindo por tu regreso.