lunes, 21 de julio de 2008

Émbolos de dolor

El jueves, en plena efervescencia y disfrutando de la música en directo, pongamos que hablo de Carlos Chaouen, mi cuerpo empezó a notar raras senciones que, al final e irremediablemente, se tradujeron en un cuadro febril. ¡Con lo bien que lo estaba haciendo Chaouen! Tan de blanco, tan sonriente, tan rey de su reina, tan cercano, tan presente...

Un médico o médica (está el mundo o munda algo revuelto o revuelta en este sentido) decidió cortar por lo sano. Antibiótico inyectado. Benzetacil. Sólo quien lo probó lo sabe.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Exagerada! Pero debes saber que no ha sido sólo el benzetacil intramuscular el que ha acabado con tus males y es que, por alguna extraña razón, sospecho que los microbios de tu cuerpo se han venido a ver el mar... ay! Yo sí que estoy pasada de vueltas... qué genial ese Chaouen pulcro y presente, las cuerdas sin nombre, los tallarines, vosotras... mil besos infectocontagiosos! :P

Anónimo dijo...

¡¡¡EXAGERADA YO!!! Bueno, igual un poco sí, que me encanta dimensionar las cosas.

¡¡¿¿No digas que mis microbios se han disfrazado de “Pájaros de Portugal” y se han largado siguiendo tus pasos, y que después de “La huída” no ha querido volver y se han quedado contigo cerca cerca??!! ¡¡No me lo puedo creer!!

Besos curativos, o ya los tienes controlaos, que tú de bichos de estos debes saber un montón…

Lara dijo...

Muchísimas gracias (en concreto) por esa preciosa adaptación-traducción del cartel en rojo.
Y muchísimas gracias (en general) por todo lo demás.
¿Sigues con los microbios? ¿O ya sólo hay música?

Un beso.

ILSA dijo...

Pues a medio camino, Lara, no sé bien dónde ando. Debo estar entre una música infectada o una infección musical. Son días extraños.

Besos y soplidos…