martes, 2 de diciembre de 2008

La línea 6 más gris que nunca

Ayer, en un vagón de la línea 6, vi la tristeza. Era rubia y llevaba tacones y una gorra gris. No dejó de llorar a lo largo de cuatro estaciones, puede que a veces sí, pero sólo a ratitos. Lloraba y se tapaba la cara, como si así, sólo con ese gesto, ocultara la pena. Lloraba y las lágrimas recorrían sus ojeras, como un río de dolor en una vía cada vez más negra. Yo miraba cara a cara a la tristeza, pero ella no veía. No veía que su gorra estaba consiguiendo de veras su propósito, nadie la miraba, sólo yo.

No dejé de imaginar de dónde nacería ese sentimiento, qué llamada perdida perturbaría su silencio, qué amor habría dejado de amarla, que manos le habrían abandonado para siempre y sin perdón. Imaginé cosas horribles, otras vanas. Estuve tentada de prestarle mi voz, pero sé que a veces ayudamos y otras invadimos. No tuve valor.
Bajó en la misma parada que yo, y sentí cómo su dolor se perdía entre el murmullo y la prisa de la gente.





Hoy, al volver al mismo lugar en el que la vi, he recordado esa mirada tapada con dirección al suelo. He sentido de nuevo sus lágrimas. Creo que no ha dejado de llorar.

3 comentarios:

almayciudad dijo...

Reserva sitio en tu equipaje que me voy a Cuenca contigo...

Anónimo dijo...

ufff... leerte escuchando "comer acero" ha sido como estrujar un poco más el corazón...

ILSA dijo...

Lo de Cuenca, sabrás de sobra, que es sólo un arrebato. Pero si decido hacerlo... contaré contigo.

Vanessa, "Horizonte de sucesos" lleva tan solo un par de días en casa, me ha costado hacerme con él. Aunque le vi (al cd y a Carlos)en la presentación de la Fnac de Madrid, pero lo tenía ya reservado en otro sitio. Todavía no le he degustado como quiero, igual esta noche de lluvia sea la elegida para disfrutar de cada acorde, de cada verso, de cada palabra.

Besos a los dos.