sábado, 25 de octubre de 2008

La noche que no estuve en Gavà o Crónica de una noche inventada

Mónica, lo siento mucho, no me guardes rencor.

Esta mañana me han sorprendido las voces de la calle, he despertado de golpe y no poco a poco, como me gusta, como suelo renacer los sábados. Los sonidos se han enmarañado conmigo, bajo las sábanas. Y en mi habitación la luz entraba por el ojo de buey de la puerta formando esa luna llena tan llena. Me he sentido perezosa y no he querido salir de esta habitación coraza, y he pensado que hoy debería estar en otra parte, en otro lugar, en otra ciudad. He sentido alivio por estar sola y tranquila y remolona; pero también me ha dado rabia por no haber dado el paso, por los miedos que se comen mis horas, por los días que pierdo al hacer caso a unas fobias amargas e inútiles, por no tener valor. He pensado mucho en eso, y que justo esta noche tiene una hora más, una hora más para reprocharme la cobardía y para intentar convencerme de mi error, aunque no habrá manera, a estas alturas de la película ya me conozco. He intentado buscar una cura, y una tostada de mermelada de fresa ha sido la solución: lo amargo de un café con lo dulce de la mermelada, no ha curado, pero me he sentido mejor. Y han ido pasando las horas y cada vez está más cerca la noche, una noche que se hará inolvidable en Gavà. Lara y su voz y sus versos y sus palabras. Benítez Reyes que os dirá que la vida tiene un precio que no puedes pagar continuamente, ojalá os haga esa Advertencia. La voz de Paco y sus preciosas canciones, igual esta noche os regale una nueva (qué envidia). Y Chaouen, que puede que se vista de domingo y puede que lleve bajo el brazo su nuevo disco, y os dará la poesía, se le escapa a borbotones.

sábado, 11 de octubre de 2008

No hay nada en calma

A veces se me duermen las manos
y siento serpientes diminutas bajo la piel.
Las uñas se me han endurecido por momentos
y el contorno de mis muñecas
no llega al de la cabeza de un ratón.
Últimamente los pies y la espalda
no soportan mi peso,
son los estandartes que deben mantenerme erguida
pero cada vez es más complicado sostenerme.
La garganta asfixiada;
la voz no es nada.
La mandíbula, la lengua, los dientes,
el cuello y el paladar son sólo adornos,
son parte de una núcleo de ausencia de sentidos,
son sólo tensión,
son animales rabiosos,
o mejor,
son las garras de los animales rabiosos.
La cabeza no para,
el pensamiento no para,
el miedo no para,
y todo da vueltas.
El pasado es sueño borroso,
el presente es tan solo un simulacro,
y el futuro se viste de gala,
pero me mira y se va.
No tengo recuerdos,
no guardo secretos,
no siento lamento
y ya no sé si quiero o si alivia el llorar.
No hay nada en calma,
la soledad me abruma y me arrastra,
y yo sólo quiero descansar,
encontrar una señal.
Será cuestión de acostumbrar al cuerpo
a este frío que se ha instalado en los huesos,
al vacío que hay en las esquinas del corazón.

lunes, 6 de octubre de 2008

¿Quién te hubiera quitao la pena?
Quique González


No es seguro del todo, pero igual podamos pasarlo bien, quizá unas risas… pero no puedo prometerlo. Me gustaría ser faro de mar, estrella que guíe en la noche, brújula y mapa repleto de lugares, mares y nombres, pero no puedo prometerlo. Ojalá tuviera la fuerza de un huracán para arrancarte los temores, ser fuego para acabar con cualquier resquicio de tu frío, agua para cuando la garganta te deje seco y no te permita pronunciar palabra; pero ya sabes, no te lo prometo. Podría, no sin esfuerzo, convertirme en canción, en hada, en ala, en duende, en palabra, en abrazo, en mirada, en promesa, o quizá en nada: nunca he sabido a dónde voy, mucho menos de dónde vengo.
Y aunque no pueda prometértelo me esforzaré en ser aire para secarte las lágrimas y acariciarte el dolor, pero sólo si quieres. O lluvia para cuando el llanto no te salga y necesitas una ayuda para deshacer el nudo del corazón. Todo es mejor sin promesas, sobre todo cuando se trata de quitarte las penas.