viernes, 4 de septiembre de 2009

Paseo



El calor ha hecho surco en mis hombros y el asfalto se ha dilatado. El sol me envenena, no me deja pensar. La música invade la esfera de lo que alcanza la vista, pero sólo está en mí, sólo la escucho yo. He buscado ese sitio donde sopla la vida, donde el destino se encuentra a babor, y por más rápido que he caminado no he llegado a ningún lugar. A veces lo entiendo. A veces lo intento. A veces no hay nada, pero siempre hay motivos. Supongo que el susurro me acompañará para apaciguar los gritos. Los gritos; no sabía que incluso el hielo grita cuando está presionado allá en los mares helados, y me ha parecido hasta poético. Me he sentido hielo por un instante, pero en este mar nadie me ha oído. Necesito silencio y mares helados y hielo, mucho hielo, pero en silencio y sin presión. Todo hielo. Y mares.

3 comentarios:

Didac Udagoien dijo...

hay una parte, un pequeño reducto, éso que llaman naturaleza de las cosas, que está en todo, en todos... y marca, define, señala... y que se dedica a crear necesidades, inevitables.

no se pueden pedir imposibles.

Marian dijo...

pero tú nunca podrás ser hielo, nunca... Y además es mejor así.

Beso!!!

ILSA dijo...

Didac, es que a veces me muevo por golpes de esperanza, y éstos, siempre suelen estar empapados en grandes dosis de imposibilidad.

Marian, también es cierto que a veces pido cosas que mejor no pedir, y eso me suele pasar cuando me pierdo. Y todo esto ya te lo puedo decir a los ojos.

Besos