Despierta. Mira el horizonte.
Abre los ojos. Sueña.
Vive. Arrastra esos miedos
hasta tu abismo
y piérdelos de vista a patadas.
Siente. Levántate de esa silla,
tiene forma de rutina,
de silencio, de niebla, de reloj,
de reloj oxidado por el tiempo.
Corre. Anuncia tu presencia;
tu mirada tiene que contar
todos los días que amanezcan,
tu boca tiene que sonreír
toda la vida que le queda.
Despierta. Sueña.
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