miércoles, 5 de noviembre de 2008

Horizonte de sucesos

En muchos blogs ya hemos podido ver que el día 17 tenemos nuevo disco de Chaouen.
Por fin.

La noticia no pasa de largo casi por ningún lugar. Y hemos visto la portada ya en diversos lugares. Desconcertante, ¿verdad, Vanesa?

Yo, para celebrar el evento, y saliéndome por la tangente, elijo ésta otra foto.

¡¡Qúe sustito, mare!!





http://www.flickr.com/photos/elselenita/


Busco una palabra que impacte en tu oído,
letras que caigan rendidas a tus ojos
y que se estrelle en tu silencio el crujido
de cada vocal.
Pienso decirte que la mañana
es un pijama a rayas
que quiero compartir contigo,
que en la pared del sonido
he dibujado un sofá,
y que el desayuno
es un crucigrama con sabor a sal.
Te ofrezco la vida.
Te prometo la lluvia.
Te traeré los susurros.
Quiero tu bostezo a este lado del mar.
Voy a contarte hasta el final de los números.
Te ofrezco la marea.
Te prometo el delirio.
Te traeré el vendaval.

sábado, 25 de octubre de 2008

La noche que no estuve en Gavà o Crónica de una noche inventada

Mónica, lo siento mucho, no me guardes rencor.

Esta mañana me han sorprendido las voces de la calle, he despertado de golpe y no poco a poco, como me gusta, como suelo renacer los sábados. Los sonidos se han enmarañado conmigo, bajo las sábanas. Y en mi habitación la luz entraba por el ojo de buey de la puerta formando esa luna llena tan llena. Me he sentido perezosa y no he querido salir de esta habitación coraza, y he pensado que hoy debería estar en otra parte, en otro lugar, en otra ciudad. He sentido alivio por estar sola y tranquila y remolona; pero también me ha dado rabia por no haber dado el paso, por los miedos que se comen mis horas, por los días que pierdo al hacer caso a unas fobias amargas e inútiles, por no tener valor. He pensado mucho en eso, y que justo esta noche tiene una hora más, una hora más para reprocharme la cobardía y para intentar convencerme de mi error, aunque no habrá manera, a estas alturas de la película ya me conozco. He intentado buscar una cura, y una tostada de mermelada de fresa ha sido la solución: lo amargo de un café con lo dulce de la mermelada, no ha curado, pero me he sentido mejor. Y han ido pasando las horas y cada vez está más cerca la noche, una noche que se hará inolvidable en Gavà. Lara y su voz y sus versos y sus palabras. Benítez Reyes que os dirá que la vida tiene un precio que no puedes pagar continuamente, ojalá os haga esa Advertencia. La voz de Paco y sus preciosas canciones, igual esta noche os regale una nueva (qué envidia). Y Chaouen, que puede que se vista de domingo y puede que lleve bajo el brazo su nuevo disco, y os dará la poesía, se le escapa a borbotones.

sábado, 11 de octubre de 2008

No hay nada en calma

A veces se me duermen las manos
y siento serpientes diminutas bajo la piel.
Las uñas se me han endurecido por momentos
y el contorno de mis muñecas
no llega al de la cabeza de un ratón.
Últimamente los pies y la espalda
no soportan mi peso,
son los estandartes que deben mantenerme erguida
pero cada vez es más complicado sostenerme.
La garganta asfixiada;
la voz no es nada.
La mandíbula, la lengua, los dientes,
el cuello y el paladar son sólo adornos,
son parte de una núcleo de ausencia de sentidos,
son sólo tensión,
son animales rabiosos,
o mejor,
son las garras de los animales rabiosos.
La cabeza no para,
el pensamiento no para,
el miedo no para,
y todo da vueltas.
El pasado es sueño borroso,
el presente es tan solo un simulacro,
y el futuro se viste de gala,
pero me mira y se va.
No tengo recuerdos,
no guardo secretos,
no siento lamento
y ya no sé si quiero o si alivia el llorar.
No hay nada en calma,
la soledad me abruma y me arrastra,
y yo sólo quiero descansar,
encontrar una señal.
Será cuestión de acostumbrar al cuerpo
a este frío que se ha instalado en los huesos,
al vacío que hay en las esquinas del corazón.

lunes, 6 de octubre de 2008

¿Quién te hubiera quitao la pena?
Quique González


No es seguro del todo, pero igual podamos pasarlo bien, quizá unas risas… pero no puedo prometerlo. Me gustaría ser faro de mar, estrella que guíe en la noche, brújula y mapa repleto de lugares, mares y nombres, pero no puedo prometerlo. Ojalá tuviera la fuerza de un huracán para arrancarte los temores, ser fuego para acabar con cualquier resquicio de tu frío, agua para cuando la garganta te deje seco y no te permita pronunciar palabra; pero ya sabes, no te lo prometo. Podría, no sin esfuerzo, convertirme en canción, en hada, en ala, en duende, en palabra, en abrazo, en mirada, en promesa, o quizá en nada: nunca he sabido a dónde voy, mucho menos de dónde vengo.
Y aunque no pueda prometértelo me esforzaré en ser aire para secarte las lágrimas y acariciarte el dolor, pero sólo si quieres. O lluvia para cuando el llanto no te salga y necesitas una ayuda para deshacer el nudo del corazón. Todo es mejor sin promesas, sobre todo cuando se trata de quitarte las penas.

domingo, 28 de septiembre de 2008

...soñar contigo...

estar cansada
y tener sueño
y soñar contigo
y perder la consciencia
y ser consciente de ello
que sólo es un sueño
que todo es fácil
que nada cambia
que nada duele
que sólo eso
un juego a oscuras
una mentira con nombre
una esperanza
un delirio
un idilio
una razón para la duda
una escalera para tu balcón
un silencio para la vida
una balanza
una oración
y probarlo todo
dibujando una boca en cada vaso
dejando un beso en cada parte de tu piel
y seguir soñando
y seguir riendo
y seguir sintiendo
latiendo
sudando
gritando
y ver la vida en una noria
y saltar al vacío
y escuchar un sonido
maldito sonido
y despertar
y estar cansada
y tener sueño
y no poder soñar contigo

sábado, 20 de septiembre de 2008

Verás la vida con otros ojos

Hace muchos, muchos años, alguien me recomendó la película Cleopatra, y de manera automática mis pensamientos se dirigieron hacia Elizabeth Taylor y su brillante melena negra. Pero no, me hablaban de otra Cleopatra, una que encarnó de maravillosa manera Norma Aleandro en el cine argentino.

Nunca había escuchada hablar de esa película, y años después, en uno de esos paseos terapéuticos que me doy por la Fnac, cayó en mis manos. No lo dudé y me la llevé a casa.




Lo bueno de las recomendaciones es cuando aciertan, como en este caso, me pareció una preciosa película, que, como dice su cártel, te hace ver la vida con otros ojos. Es una película capaz de mostrar la dulzura dentro de un marco lleno de fracaso y melancolía. Un soplo de aire fresco, una manera de sacar lo bueno cuando todo parece perdido, cuando parece que uno ya no cuenta con una segunda oportunidad. Un optimismo y una positividad que a veces olvidamos que existen. Un abrazo a la esperanza, al todo puede cambiar. Y no pasen de largo por la escena en que Cleo "maneja el auto" mientras Paco Ortega canta a la felicidad, uno nota como se hace grande el corazón bajo el pecho.

Y no sé por qué me he acordado hoy de todo esto, la verdad. Pero creo que el mes de septiembre suele ser un poco duro, y pensé que si tienes esta historia a mano, igual algo pueda cambiar.

A los que ya la hayan visto... es un buen momento para repetir. Y a los que no saben de qué hablo y quizá no haya convencido, decirles que Leonardo Sbaraglia también anda por aquí.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Transparencia



Ojalá fuera sencillo seducir con el cuerpo sin necesidad de la palabra, no precisar un solo sonido para transmitir una sensación. Ojalá una sonrisa fuera bastante para que el mundo supiera de nuestra felicidad, sin necesidad de un gritito, o bastara una mirada triste para que todos vieran nuestro dolor.

Hoy, cuando todos tenemos prisa, lo mejor, lo más rápido, es decirlo todo, contar nuestras certezas y dudas hasta la saciedad (o escribirlas) sin tener que usar el cuerpo como medio de comunicación. Hoy en día no hay paciencia para indagar en un rostro, para interpretar una mirada, para traducir un movimiento de manos.

Ojalá fuera fácil el silencio, la calma, la ausencia de ruidos atroces y sirenas en la noche. Que bastara el sonido de una vela para entenderlo todo, y el movimiento fuera un lenguaje como primera elección. El cuerpo como sinónimo de vida, de movimiento, de esperanza, de sueños. El cuerpo y la mirada como índices del amor.






No quiero contarte mi melancolía, quiero que la veas, que la sientas.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Cojo aire con la boca hasta que me duele el pecho, cierro los ojos y bajo la cabeza. Eso me hace sentir que el dolor va a doler menos, y es una mentira, una de esas mentiras que nos hacemos para salvarnos del miedo. Nada va a dejar de existir con este absurdo método, y sin embargo lo repito una y otra vez por si al final funciona, pero no funciona, nunca funciona. El dolor acaba cuando acaba, cuando ya no hay nada que perder, cuando un reflejo especular nos devuelve por fin una sonrisa, una pequeña, una pequeña y dulce sonrisa. Y no, el dolor no acaba cuando movemos la cabeza para que, de alguna manera, podamos mirar para otro lado. Cerrando los ojos nada desaparece, nada cambia y nada se para en el mundo por mucho que lo deseemos.
Hay que buscar ventanas abiertas, rostros que nos devuelvan la ilusión, juegos que nos distraigan de la rutina. Y entonces entiendo que el amor es un inútil intento de esperanza para poder soportar el miedo al futuro.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Miradas...

para que no queden miradas pendientes

te miro como si no existieras
te como con los ojos
te clavo las pupilas como cuchillos
te adorno de luces y sombras con la mirada
te siento con lágrimas recién estrenadas
te araño con las pestañas hasta hacerte partículas
te leo con la memoria que fabrico en las retinas
y te veo
no sé hacer nada más

jueves, 28 de agosto de 2008

Una palabra tuya


Hace tiempo y de alguna extraña manera, me marcó la historia de aquel chaval que al abrir una lata de berberechos rompió el futuro de varias personas. El chaval era el protagonista de un libro; El otro barrio, y la autora era Elvira Lindo, qué más se puede decir.

Al tiempo, sin pretenderlo realmente, tropecé con Una palabra tuya, un libro con la historia de dos chicas que, de manera casi involuntaria, deciden juntar sus soledades. Y me resultó una historia preciosa y cruda y triste y alegre y bien propuesta y bien contada.

Y un día llega Ángeles González-Sinde y nos trasforma aquella maravillosa historia en una gran película. Porque es increíble que ciertos momentos de la película me resulten tan abrumadoramente duros teniendo en cuenta que ya los conocía. Increíble cómo acierta eligiendo a Esperanza Padreños; tan delgadita, tan tímida, tan poquita cosa, para el papel de Milagros; tan gorda, tan exuberante, tan desvergonzada tal y como Elvira Lindo la trajo al mundo. Con las primeras noticias que leí respecto al reparto, reconozco que no me encajó esta elección, y ahora la alabo. Malena Alterio, espectacular.

Una película tan tierna como dura, tan devastadora como real. La crudeza de las situaciones que a las protagonistas les toca vivir, o eligen vivir, te hacen encoger el corazón a cada segundo, igual que son capaces de arrancarnos las risas sin más.

Parece que las protagonistas se pregunten "cómo romper con el pasado sin destrozarnos el futuro", y esto lo hacen en Una palabra tuya. Rosario y Milagros, Malena y Esperanza, cada cual lo intentará a su manera.

…una palabra entonces, una sonrisa me bastan…

Sólo una pega, El Casar está en Getafe, no en Fuenlabrada. Alguna razón habrá para habernos juntado y hermanado así, de esa manera, a dos pueblos del sur de Madrid. Digo yo.

No la dejes pasar, que no se quede de paso esta película.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Yo también sé gritar. Podría, si quisiera, escupir palabras que te hiriesen, podría hacerte reproches capaces de partirte el alma en dos. También podría conseguir que te sintieras pequeño, insignificante, la cosa más diminuta del planeta. Sé cómo hacerte temblar, pero no como antes, como aquellos temblores que compartimos cuando los cuerpos se nos derretían de deseo, no; me refiero a hacerte temblar de miedo. Y sé cómo podría transformar tu maldad y tu rabia en pequeñas lágrimas resbalando por tu arrepentimiento. Yo no soy todas esas cosas horribles que dices, no lo soy, ahora sólo tengo que convencerme de ello: no lo soy… no lo soy… no lo soy… Ojalá no tuviese miedo, ojalá tuviese valor. Este tiempo oscuro, esta nube espesa tiene que pasar, tu suerte tiene fecha de caducidad. Quiero celebrar con todas mis ganas tu caída, quiero verte caer, quiero verte revolverte en tu dolor, quiero verte llorar hasta que se te sequen los ojos, quiero…

El tintineo de unas llaves irrumpe en la cerradura, la voz de su enemigo traspasa sus tímpanos: “Ya estoy en casa”, y esas palabras, como un animal herido, le arañan el alma. En un acto comprensible y reflejo todos los músculos de aquella mujer entran en tensión. Sólo acierta a decir: “Hola, qué tal el día, qué quieres que te prepare para cenar”.

martes, 12 de agosto de 2008

Si se callase el ruido

Antes de ver la luz "Sueños de un hombre despierto" último disco de Ismael Serrano, en su web publicaron el título de las canciones. Y todo partió de la idea de hacer escritos sobre los temas antes de poder escuchar cada canción. Yo escogí Si se callase el ruido. Y hoy rescato lo que escribí.





Hay una bomba que revienta los tímpanos de los sueños de los hombres despiertos.

Hay un disparo que apuntala el odio y lo hace crecer hasta convertirnos en enemigos.

Hay una grito que nace de la debilidad del silencio. Y un silencio que muere de un grito.

Hay una palabra que quiere ser palabra pero sólo es un ladrido.

Hay un rumor de olas haciendo añicos la popa de las pateras.

Hay un trueno que se burla de las grietas de las manos que trabajaron en esas cosechas echadas a perder.

Hay una excavadora que nos pasa por encima con la falsa coartada de buscar un tesoro en el centro de la tierra.

Hay un secreto en voz alta fabricando insomnes, culpables y arrepentidos.

Hay un arañazo inevitable en los destellos de las sirenas que naufragan en el centro de cada gran ciudad.

Hay un tercer mundo que clama al cielo un rezo que rebota en nuestros estómagos llenos.

Hay un despertador que nos abrasa de rutina.

Hay un llanto del pasado que se nos clava en lo más profundo del alma y no nos deja en paz.

Hay un estrépito de lágrimas en la cicatriz de cada mujer herida.


Si se callase el ruido. Si pudiera sonar en el cielo una nana.
Si existiese una canción común para llenarlo todo de calma.
Si nos pusiéramos de acuerdo. Si nos quitáramos la rabia.
Si soñáramos despiertos. Si no nos quedásemos dormidos.
Si por una vez, sólo por una vez, se callase el ruido.

viernes, 8 de agosto de 2008

Otoño

Con todo el calor, con la ropa de menos, con el sudor, con el cansancio, con aparcamientos por todas partes, las carreteras vacías y las imágenes del mar en el telediario. Así se supone que estamos; en verano. En mitad de un verano sofocante y cabrón. Pero yo me siento Otoño, como aquella chica de la canción. Como si se me fueran cayendo partes, como ir dejando gotas de mí en el camino, como mis huellas… que son mis ojos y mis hojas. Soy otoño. Soy días de otoño, son días extraños. Soy el otoño más grande del mundo, el más triste, el menos soñado. Y me caigo.


(foto: Alexia Méndez)


Son mis lágrimas esas estrellas de la noche de septiembre, cuando sabes que todo se ha acabado. Y yo sólo quiero tener calor, comer helados, enamorarme y hacer las cosas que se hacen en verano. Pero soy más otoño que nunca. No es justo. Así no vale.

martes, 5 de agosto de 2008

Da igual donde me esconda…
siempre llegas;
llegas y arrasas,
arrasas aunque haga del pecho un muro,
de las manos corazas
y use las uñas como arma blanca.

Llegas
y revientas la calma,
inundas los pulmones,
me aprietas la garganta,
desgarras la fuerza
haciendo de la luz
un túnel de miserias.

Da igual donde me esconda…
siempre llegas.

Sólo el verde de las ventanas
me hace sentir un poco de valor,
saber que puedo hacerte desaparecer
cuando quiera,

o cuando pueda.

Da igual donde me esconda…
siempre llegas.